Un recuerdo de ambos. Una lágrima que nunca salió por miedo a la derrota. Una foto a medio romper metida en el fondo de un cajón. Esos labios rotos, marcados por mil besos enamorados. Un par de manos solas, sin guía, sin compañía, que solo buscan poder rozar una piel conocida. Cartas arrugadas, casi enterradas... Recuerdos, recuerdos que se amarran a cada rincón de una fría habitación que ahora torna gris y en la que se percibe un leve aroma a café frío.
Pero de lo que nadie se dio cuenta fue que hubo un corazón atormentado, uno que seguía queriendo con la misma fuerza que al comienzo de todo.
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