martes, 31 de diciembre de 2013

Échamelo todo en cara.

Quiero que me grites, sí. No hace falta que te preguntes por qué, yo te explico.
...
Grítame, fuerte. Muy fuerte. Grítame todo lo que no quiero oír: todos mis defectos, las cosas que no soportas de mí. Salta al vacío, mójate, dime cómo son las cosas para ti.
Échame en cara todas las veces que igual te hice sentir mal, que te decepcioné, que te hice pensar eso de que "creí que era diferente". Enfádate conmigo. Dime todo eso que la gente no le dice a los demás, dime lo que verdaderamente piensas de mí (ya van siendo horas).

Pero después de eso, hazme un favor. Sólo uno... Dime que me quisiste, que en algún tiempo o lugar, lo has hecho.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Escúchame.

Tenía ganas de decirte que he pensado mucho en ti, que tu ausencia me ha servido para añorarte de una forma distinta.
Quería decirte que no han sido buenos días, que la debilidad me ha atacado en forma de lágrimas. Vuelve a mí esa impresión de que la tristeza inunda las páginas de mis textos. Quería decirte tantas cosas... Pero no te he dicho nada, como siempre.

Mis confesiones cada noche se han hecho nudos en la garganta.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Mira cómo lo has dejado todo.

{Oh, eres tú... Adelante, pasa}.
Siento el desorden, esto ha quedado hecho una mierda después de tu última visita.
Está todo un poco revuelto... Ya ves, ¿no? Ejém. Bueno, pues así va todo después de que te marchases y pues... ¡Pero cuidado, mira dónde pisas!
¿Que recoja el corazón? ¿Y me lo dices tú, así, como si nada? Que no, ya es la cuarta vez y después, siempre se vuelve a caer. Creo que ya lo voy a dejar así, total... Y además, hay demasiados trozos (algunos ya están hechos añicos).
¿Qué dices? Ah... ¿La escoba? No sé dónde está. Y creo que es mejor no tocarle a nada ya (no tocarle más). ¿Los sentimientos? Uy, eses sí sé dónde los guardo. Ahí, mira, en el cajón. Sí, bajo llave. Y si se te ocurre preguntarme por la actitud, te diré que esa está en la mesa. Ostia, creo que hay algo de humo aquí.
Ya te dije que el corazón lo voy a dejar ahí, no vale la pena recomponerlo. Para qué. Además, tardaría meses (sí, meses...) en pegarlo y no merecería la pena. Tampoco voy a comprar otro, ¿sabes? Son demasiado caros y más en estos tiempos que corren.
¿Y aún tienes la poca decencia de mirarme con esa cara? ¿Dices que valdrá la pena? No, no vas en serio (¿Verdad que no?)... Joder. Creo que voy a abrir la ventana, huele a cerrado y hay humo, ¿no lo notas? O igual soy yo, que me estoy volviendo loca (loca, loca por... Sh). Aparta.

Creo que me perdí... Y ahora, si de verdad quieres ayudarme, pírate. No vuelvas, vete.  No sé ni para qué cojones te empeñaste en volver por aquí ni porqué te dejé entrar... ¡Mira cómo está todo, tío! ¡MIRA! 
{Todo recto y a mano izquierda, a la despensa. Tengo que coger la puta fregona}.





Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Oh no, vuelvo a estar estancada.

Tengo miedo de alejarme. Y ya está.
Yo me voy a cualquier parte de mi ser y me abandono. Lo intento. Es ahí cuando la soledad me abraza y trato de dormirme (al menos me concentro en cerrar los ojos y no pensar en nada). Cuesta, vaya si cuesta.
Después abro los ojos y me veo entre sábanas, no sé, ya no es todo tan bonito. Antes tampoco lo era, para qué voy a mentir. Pero en ese momento siempre me entran ganas de salir pitando de ahí.

La calle está oscura... Más oscura que mis ojos. Hace frío. Me congelo (joder, otra vez).
Na.
Lo más lejos... A tu lado.