martes, 31 de diciembre de 2013

Échamelo todo en cara.

Quiero que me grites, sí. No hace falta que te preguntes por qué, yo te explico.
...
Grítame, fuerte. Muy fuerte. Grítame todo lo que no quiero oír: todos mis defectos, las cosas que no soportas de mí. Salta al vacío, mójate, dime cómo son las cosas para ti.
Échame en cara todas las veces que igual te hice sentir mal, que te decepcioné, que te hice pensar eso de que "creí que era diferente". Enfádate conmigo. Dime todo eso que la gente no le dice a los demás, dime lo que verdaderamente piensas de mí (ya van siendo horas).

Pero después de eso, hazme un favor. Sólo uno... Dime que me quisiste, que en algún tiempo o lugar, lo has hecho.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Escúchame.

Tenía ganas de decirte que he pensado mucho en ti, que tu ausencia me ha servido para añorarte de una forma distinta.
Quería decirte que no han sido buenos días, que la debilidad me ha atacado en forma de lágrimas. Vuelve a mí esa impresión de que la tristeza inunda las páginas de mis textos. Quería decirte tantas cosas... Pero no te he dicho nada, como siempre.

Mis confesiones cada noche se han hecho nudos en la garganta.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Mira cómo lo has dejado todo.

{Oh, eres tú... Adelante, pasa}.
Siento el desorden, esto ha quedado hecho una mierda después de tu última visita.
Está todo un poco revuelto... Ya ves, ¿no? Ejém. Bueno, pues así va todo después de que te marchases y pues... ¡Pero cuidado, mira dónde pisas!
¿Que recoja el corazón? ¿Y me lo dices tú, así, como si nada? Que no, ya es la cuarta vez y después, siempre se vuelve a caer. Creo que ya lo voy a dejar así, total... Y además, hay demasiados trozos (algunos ya están hechos añicos).
¿Qué dices? Ah... ¿La escoba? No sé dónde está. Y creo que es mejor no tocarle a nada ya (no tocarle más). ¿Los sentimientos? Uy, eses sí sé dónde los guardo. Ahí, mira, en el cajón. Sí, bajo llave. Y si se te ocurre preguntarme por la actitud, te diré que esa está en la mesa. Ostia, creo que hay algo de humo aquí.
Ya te dije que el corazón lo voy a dejar ahí, no vale la pena recomponerlo. Para qué. Además, tardaría meses (sí, meses...) en pegarlo y no merecería la pena. Tampoco voy a comprar otro, ¿sabes? Son demasiado caros y más en estos tiempos que corren.
¿Y aún tienes la poca decencia de mirarme con esa cara? ¿Dices que valdrá la pena? No, no vas en serio (¿Verdad que no?)... Joder. Creo que voy a abrir la ventana, huele a cerrado y hay humo, ¿no lo notas? O igual soy yo, que me estoy volviendo loca (loca, loca por... Sh). Aparta.

Creo que me perdí... Y ahora, si de verdad quieres ayudarme, pírate. No vuelvas, vete.  No sé ni para qué cojones te empeñaste en volver por aquí ni porqué te dejé entrar... ¡Mira cómo está todo, tío! ¡MIRA! 
{Todo recto y a mano izquierda, a la despensa. Tengo que coger la puta fregona}.





Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Oh no, vuelvo a estar estancada.

Tengo miedo de alejarme. Y ya está.
Yo me voy a cualquier parte de mi ser y me abandono. Lo intento. Es ahí cuando la soledad me abraza y trato de dormirme (al menos me concentro en cerrar los ojos y no pensar en nada). Cuesta, vaya si cuesta.
Después abro los ojos y me veo entre sábanas, no sé, ya no es todo tan bonito. Antes tampoco lo era, para qué voy a mentir. Pero en ese momento siempre me entran ganas de salir pitando de ahí.

La calle está oscura... Más oscura que mis ojos. Hace frío. Me congelo (joder, otra vez).
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 19 de octubre de 2013

Se abalanzan sobre mí un cúmulo de sentimietos que.

No sé si te sigo queriendo tanto como antes. Es que fue demasiado tiempo. O quizás poco. Empezaste a marcharte, pero a veces parecía que te querías quedar.
Ahora creo que no estás... Pero a veces, casi sin quererlo, apareces por mi mente. Me enfado. No quiero que vuelvas, no quiero que estés presente. Pero es verdad que igual tampoco quiero que te vayas.
¿Te das cuenta? (no sé por qué pierdo el tiempo preguntándote como si fueses a leer esto) Nunca tuvimos un término medio. Nos queríamos a morir o matábamos por querernos.
Me hiciste cruzar la línea que un día tú pintaste. Me hiciste saltarme semáforos en rojo sabiendo las consecuencias. Sin embargo, yo puedo ser los viernes y tú los domingos por la mañana. Puedo quererte los días pares y tú a mí, los impares. Yo seré quien ponga las normas y tú quien se las salte.
Yo puedo ser lo que tú quieras, porque tú ya eres lo que quise yo.

Vuelve a mí esa sensación de... ¿Cómo explicártelo? Es como si te quisiera a mi lado pero tuviera ganas de correr hacia otro sitio.  


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

martes, 15 de octubre de 2013

Del amor en general, de ti en particular.

Que me cansé de esperar, pero te sigo esperando (y es entonces cuando odio que la esperanza sea la última en abandonarnos). Me sé de carrerilla las escusas que pondrás para llegar tarde. Luego dirás que el autobús canceló su ruta diaria o a saber qué otra historia. No vendrás. Yo me quedaré con la cafetera medio llena y la cajetilla de cigarros media vacía, quizás.
Aborrezco esa parte de mí que es más tuya que mía. Y es que, además, es la parte más bonita que tengo, digamos. Mira que había precipicios, eh... Que tuve que ir a parar al de tus ojos. Ya ni recuerdo cuántos lunares tenías en el cuerpo: ¿5, 4, 3, 2, 1,? Es como una cuenta atrás que no termina nada.
(Pero miento...) Tenías 6, el número de la buena suerte para aquella que te los esté contando ahora. Si cierro los ojos aún te veo, de espaldas, sentado en aquel banco medio roto. De fondo, era como si en mi cabeza sonara "Miedo" de Pablo Alborán. La música que en realidad sonaba era demasiado patética para un momento como aquel. No sé a qué estuvimos jugando mientras hacíamos como si fuésemos a salvarnos. Y por entonces, comprendí que algunos juegos, se parecen más bien a una guerra mundial. Aquella vez, eclosionó un mundo en el que nosotros éramos los únicos habitantes. Han quedado montón de ruinas (para mí lo son): notas, conversaciones en WhatsApp hasta las tantas de la madrugada, cumplidos y promesas incompletas... Recetas para la soledad que han caducado. No hay tiritas para esas heridas ni suficientes ojos bonitos en el mundo para olvidar que los tuyos, tus ojos, fueron los únicos que supieron quedarse en mis cicatrices el tiempo suficiente como para ver más allá de lo que yo nunca supe enseñarle a nadie.
No llamaste a la puerta, entraste directamente y te pegaste a mi lado. Querer no sé si me quisiste, pero me salvaste más de lo que nadie, jamás, me ha salvado.
Y aún me estremezco cuando pienso en esa gente que habla de olvidar como si de pasar una puta página se tratase.

No se habrán enamorado nunca, supongo. No tanto como lo hice yo.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

domingo, 13 de octubre de 2013

Acércate a mí, yo te explico.

Entonces sabrías cómo te veo, te darías cuenta de que me quedo muda... Que las palabras no me salen contigo. Que mi cuerpo busca otra manera de comunicarse.
Perdóname si no soy clara, amor. Disculpa... Disculpa si no me doy a entender, pero hay cosas que son necesarias, ¿cómo decirlo? escribirlas en tu piel, hay palabras y sentimientos que debes descubrir en mis ojos. Es necesario que sepas que cada suspiro, cada guiño, cada gesto es un "Te quiero" a mi manera, escondido, tímido. Perdona por no decirlo abiertamente, pero, las palabras... Son la mayor fuente de malentendidos.
Yo no quiero que sepas que te quiero, que igual estoy enamorada, que te ando encontrando y que al tenerte, me tengo. Más loca, más libre... Más completa, feliz y única.

Discúlpame si no soy clara, pero acércate a mí, a mi cuerpo (para que entiendas mejor).


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

martes, 8 de octubre de 2013

Y una vez más... Esas ganas.

Junto con muchos "No te vayas", correr por las calles a oscuras, que me sigas y que te quedes sin aliento. Merendar un "Vete a la mierda" y atragantarme con cientos de "Pero vente conmigo". Que me saques de clase, como en esas pelis tan cursis y me lleves a lugares que sólo tú conoces. Que no te sientas avergonzado de mí. Quiero que revientes cabezas por ver mi sonrisa y que cada día me hagas enfadar.
Quiero cenar un "No te dejaré sola" y dormirme con un puto "Eres feísima". Despertarme, ver que estás ahí, a mi lado. Que me llames y me digas que en realidad no tienes ganas de verme pero que se te escape una carcajada. No me dejes sola, ni para ir al baño.
No quiero sorpresas. Quiero matarme de la risa, quererte mucho. Hablar y hablar, sin sentirme incómoda ni avergonzada. Quiero alguien a quien poder cuidar.

A fin de cuentas, no he dicho nada nuevo, sigo siendo cada vez más jodidamente ñoña y... Sigo queriéndote con las mismas ganas que el primer día, cabrón.
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Déjame intentarlo.

Ven. Quiero que dejes de depender tanto de otras personas que sabes que no están ahí por ti.
Cada día, así, cabeza alta y todo recto hacia la luna, ¿sabes? Deja de bajar la mirada e intentar pasar desapercibido. Todo recto hacia la luna, suena demasiado bien, piénsalo. Allí te estaré esperando, para seguir caminando hacia el amanecer... Donde nos quedaremos sentados hasta poder ver las puestas de sol más bonitas. Seguiremos  caminando, sin detenernos e iremos en busca de algún lugar en el que consigamos olvidarnos del resto del mundo, donde seamos sólo nosotros. Sin sonrisas fingidas, sin lágrimas caídas y corazones rotos. Sólo dos almas que buscan refugio en algún lugar alejado de este mundo lleno de hipócritas.
Que tienes que aprender a ser fuerte, porque sino, van a por ti. Es algo así como la ley del más fuerte, ¿sabes? Se abalanzan sobre ti y después qué, eh, dime.
Los que quieran hablar, que hablen... Es verdad que por mucho que lo intentes, puede que no seas capaz de callarlos. Y la verdad es que sí, la fuerza de la palabra puede hacer mucho daño (dímelo a mí). Una palabra, una simple palabra salida de la boca que menos te lo esperas... Jode.
El ritmo se demuestra andando y el cariño, se demuestra con hechos. Olvídate de los demás cuentos.
Que si alguien te jode una vez, lo hará una y mil veces más si le sigues dando el gusto. Tienes que saber hasta dónde puede llegar cada uno.
Parece que llegados a un punto, las cosas se empiezan a complicar y necesitas a ese "alguien" que ponga algo de estabilidad a tanto descontrol.

Ven. Quiero tenerte entre mis brazos para intentar que los minutos se conviertan en horas, meses... Años. Y que el dolor, se reduzca a escasos segundos, que desaparezca.

 
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

lunes, 9 de septiembre de 2013

La última declaración.

Un recuerdo de ambos. Una lágrima que nunca salió por miedo a la derrota. Una foto a medio romper metida en el fondo de un cajón. Esos labios rotos, marcados por mil besos enamorados. Un par de manos solas, sin guía, sin compañía, que solo buscan poder rozar una piel conocida. Cartas arrugadas, casi enterradas... Recuerdos, recuerdos que se amarran a cada rincón de una fría habitación que ahora torna gris y en la que se percibe un leve aroma a café frío.

Pero de lo que nadie se dio cuenta fue que hubo un corazón atormentado, uno que seguía queriendo con la misma fuerza que al comienzo de todo.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Y aún lo dudas.

A día de hoy sigo siendo tan imbécil que te sigo escribiendo, aunque nunca lo vayas a leer. Me sigo preguntando qué pasó para que esto saliese tan mal, quizás estaba predestinado. 
A día de hoy te repito, ¿que si me importabas? Claro que sí, eras la persona que más me importaba en el mundo. Pero las cosas cambian, nosotros cambiamos. No puedo seguir dando el máximo sabiendo que al final, no obtendré nada. Yo no quería, no quería dejar de quererte ni de sentirlo todo por ti, por muy cursi que suene. Pero ya no podía... Ya era muy tarde. 
Ahora es cuando me sincero y cuento que cada vez que me hablabas, esa emoción de los primeros días, se me iba ya. Esas estúpidas sonrisas que me salían por momentos, se hacían menos frecuentes hasta desaparecer. O no, quizás no. Pero hice que se fuesen borrando. Todo sentimiento, todo.
El amor o vete tú a saber qué que te tenía se fue yendo con cada lágrima que me hacías derramar, con cada palabra de desprecio que me decías. Con creer que yo sin ti no podía vivir, ¿perdona? más quisieras, amigo.
Esas cosas tuyas que tanto me jodían. Supongo que lo mejor fue cagarla y pirarse.
¿Y ahora tienes la cara de venir y decirme que he cambiado mucho después de todo lo que pasó? Tuve que sentarme a ver cómo te enamorabas de alguien más. Dime si tú no cambiarías después de eso.

Lamentablemente he de decirte que no hay restos de ningún sentimiento hacia ti, ya no. Ni amor, ni odio, nada. Porque para mí, ya no existes.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 24 de agosto de 2013

Los años siguen pasando, sin piedad.

FELICES DIECIOCHO, PRINCESOTA.
Hoy me he despertado (relativamente tarde... Hay que decirlo) y he pensado "Joder, hoy es 24 de Agosto, hoy cumple mi rubia preciosa".Cerré los ojos y los volví a abrir para comenzar el día con un por qué, sí, ¿por qué cojones no puedo estar a su lado? Distancia. Esa palabra que tan presente está en nuestro vocabulario diario.
Que a pesar de que no podré ir corriendo a despertarte con un "Buenos días, dormilona. Despierta ya porque es tu día", saltar encima tuya en la cama y besarte cual abuelita de labios de un rojo pasión que deja marca, me tendré que conformar con enviarte mil y un WA's y escribirte esto.
A pesar de que no podré estar contigo todo el día, agobiándote, sacándote miles de fotos, ayudarte a abrir los regalos, soplar las velas contigo (o por ti) o incluso mancharte la nariz de tarta, estaré contigo en todo momento. Sí, a 1050,7 putos kilómetros.
Que igual tenemos que esperar demasiado tiempo para poder vernos cara a cara, pero oye, yo no tengo prisa. Todo lo que tenga que llegar, llegará.
Sé que valdrá la pena cruzar media España para ver a la niña más mona que hay y que me costará un mundo tener que volver a cruzar todo para irme a casa.
Pero bien, solo quería recordarte que...
Sé que sonará al tópico que todo el mundo usa sin ser ni medio cierto, pero que te debo todo y más.
Cuando estés por caer, ahí estaré yo para sujetarte, cuando nadie quiera decirte la verdad yo te seré sincera, lo sabes. Que siempre podrás contar conmigo, igual que yo contigo.
Quiero aprender de ti, de tus filosofías, de tus putas verdades.
Juntas nos hemos dado cuenta de que la vida está para reírte de ella y no con ella, que si te da la espalda, vas y le tocas el culo y que si la miras sonriendo, ella también te sonreirá. ¿Llorar? Llorar solo sirve si es de la risa y de que o jodes, o te joden.
Nunca hay que decir siempre y que tampoco nunca puedes decir nunca, ¿recuerdas? Que lo que nos hace realmente grandes son los pequeños detalles de cada día.
Nos dimos cuenta de que no todos los amigos son de verdad y por desgracia... Siempre lo aprendimos por las malas. Que sabemos que dos de cada tres, son falsas amistades.
No sé qué decirte, porque lo sabes todo. Todo y más.
Es cierto que tuvimos, tenemos y tendremos de esas "rachas" nuestras, pero que me has llegado muy adentro y que, sabes que no te irás tan fácilmente.
Digamos que no quiero separarme de ti, no sé si ya lo sabías, pero yo te lo recuerdo. Que te quiero, que me importas y que esto va para largo.
Gracias.
Gracias por todo. Sí. ¿Cómo que qué todo? Eres idiota. Gracias por estar ahí siempre, por alegrar esos días de bajón, por subirme la autoestima hasta romper los límites. Por no haberme fallado desde el principio, por recargarme la adrenalina... Que oye, ese 5 de Septiembre me salvó la vida, ¿te acuerdas? Vaya forma más rara de empezar a hablar, una tarde de aburrimiento máxima. Qué jrasioso todo.
Todo esto se me queda corto, pero que no sé qué más decirte, no sé.
Supongo que un "Feliz cumpleaños, dieciochoañera". Y que cumplas muchos más.
Te quiero mucho, Daf.

Lo más lejos... A tu lado.
Na.

miércoles, 21 de agosto de 2013

En ti sólo queda el recuerdo de esa explosión que te salvó la vida.

Déjame decirte que después de él, nada te sabrá igual. Marcó el antes y el después de una vida caótica, aportando la luz que necesitabas y luego, te dejó a oscuras en una habitación llena de locos. Él fue tu Big Bang, tu Diluvio Universal, tus octavillas, tu Primera Guerra Mundial. Él te llevó al límite, te hizo tocar el cielo, te hizo estremecer. Dejó marca y, ¿crees que lo recordará?
Lo tenías todo, todo lo necesario para levantarte cada mañana con unas ganas locas de comerte el mundo. Ahora es el mundo el que te come a ti, a bocados enormes.
No hace falta que me digas lo asqueroso, horrible e incluso odioso que es verlo ahí, en el mismo lugar de siempre, sin poder decirle que le quieres, de no poder preguntarle qué tal está y cómo ha ido el entrenamiento tan largo de esa tarde, de decirle que no se hunda porque tú vas a estar ahí por él... Porque el muy cabrón, sabe que si te dice: "Ven", tú vas y lo dejas todo. Ni te lo piensas.

Porque nadie se levanta queriendo a alguien y deja de quererlo a los 20 minutos.


lunes, 12 de agosto de 2013

Un giro inesperado, algo que de verdad me sorprenda.

Quería un pequeño cambio. Necesitaba salir de la rutina... Aunque solo fuesen un par de días, da igual. Necesitaba irme de este lugar, poder perderme por infinidad de calles que nunca he pisado y ver gente y gente pasar, con sus prisas, su monotonía. Necesitaba por fin tener esa sensación de no ser nadie, pero no como siempre, sino el pasar desapercibida. Sin esperar encontrarme con algún conocido y tener que agachar la cabeza.
 Pero siempre hay algo que te hace recordar, algo que hace que no consigas desconectar del todo. Sinceramente, no sé cómo es eso de "desconectar de todo y todos". Quizás es uno de los miles de defectos que tengo.
Estoy cansada de ser la que siempre acaba perdiendo, la que finge su sonrisa a más no poder. Todos creen que me importa una mierda todo y estoy segura de que soy la que más se preocupa... Que tenía razón mi querida abuela cuando me decía "Te da pena hasta la flor que pisas al correr campo a través".
Soy la que aparenta ser fuerte y que todos los días acaba rompiéndose por dentro, la que parece no tener nunca problemas ni preocupaciones. Qué gran mentira.
Aquella que se muerde el labio y contiene las lágrimas hasta que has colgado el teléfono después de decir: "Eh, tranquilos, que yo estoy bien", esa soy. No lloro para "intentar dar pena", lloro porque soy gilipollas y estoy dispuesta a salvar el culo de alguien que seguramente, no salvaría el mío. Me doy cuenta de las cosas demasiado tarde y así me va.
Un pequeño cambio, un giro inesperado, algo que merezca la pena recordar después de esta mierda de días.

Realmente, estoy esperando a alguien que de verdad le importe y me suelte un puto: "No, no lo estás y estoy dispuesto a reventar cabezas por verte sonreír otra vez".

sábado, 20 de julio de 2013

Gracioso, ¿verdad? Pues no.

Un día, ese alguien que tanto te da el coñazo, decide no hacerlo.
Pones un poco de tu parte, intentas darle una oportunidad creyendo que las cosas podrán cambiar... Pero qué va, no lo hacen.
Sólo era un tapadera para que al día siguiente la puñalada te doliera más de lo normal.
Es bastante gracioso.

Lástima que yo no le vea la gracia, sólo ese alguien.



Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Yo no quería venir a hablar de mí, pero...

Soy borde, ñoña, celosa, cursi, orgullosa, tímida... Aunque después de leer esta especie de introducción de mí misma creas que ya me conoces, permite que me ría  irónicamente en tu cara y te diga que no sabes ni la mitad de mi vida, no sabes mi historia. Y seguramente, nunca la llegues a saber. Bien, va.
Mis sonrisas te pueden embobar, pero tengo miradas que espantan. Habrá días que estaré las 24 horas contigo, abrazándote, agobiándote, haciéndote reír. Otros, sin embargo, notarás que no estoy aquí, que nada me incumbe y que nadie tiene que ver conmigo. Hay días que como todos, me levanto con el pie derecho o con el izquierdo, días en los que me miro al espejo y me encuentro por fin guapa y otros, que me veo la niña más fea que pueda existir. Siempre tengo de esos días en los que quiero salir por ahí o días en los que me quedo en un rincón de mi habitación pensando. De más, quizás. Hay días en los que intento no pensar en él o... Días en los que ya no me importa pensar en él porque sé que no puedo hacer nada por cambiarlo. Tengo días en los que me siento como una verdadera princesa, por muy ñoño que suene, también están los típicos días en los que no tengo fuerzas suficientes para nada y pienso que el mundo no está para mí. Creo que se va entendiendo.
Con el tiempo, verás que soy de extremos, que conmigo es blanco o negro. El gris, para mí, no existe: o te quiero o te odio, o algo me gusta o no puedo ni verlo, o me da igual todo o nada me influye... Que si me fallas, lo más probable es que te te de puerta y que te follen. Pero mal.
También te darás cuenta de que me doy entera a todo, que las cosas, si decido hacerlas, las hago dando todo de mí y dejo en ellas sudor y lágrimas. 
Que cuando lloro, lloro hasta soltar la última lágrima y cuando río, se me sale toda la fuerza en una carcajada. Si me enfado, lo hago con toda mi energía, cuando grito me dejo toda la garganta y que cuando beso, lo hago como si fuera la última vez.
Puede que mi carácter esté cambiando y ahora sea mucho más "borde" y arisca, pero resulta, que he aprendido que los peces nadan y las aves vuelan, sí, suena irónico, pero siempre todo lo que acabo aprendiendo, es por las malas.
Aprendí que los políticos mienten y roban y que la Tierra es redonda. Que la gente es falsa y que todo el mundo tiene dos caras. Aprendí también que la suma de dos y dos son cuatro, que hay que dar más de lo que recibes. Pero no ser gilipollas, ya me entendéis. Que no hay que ilusionarse demasiado y que la vida, es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes. Aprendí que el tiempo pasa, sin piedad, que las arrugas salen y que la belleza no es lo más importante.
No creo en promesas, no porque ahora parezca la "nueva moda", pero es que he aprendido a no confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano a quienes de verdad valen la pena.

Después de darte cuenta de todo eso, sabrás, si eres un poco inteligente, que cualquier día, a cualquier hora, me puedo ir de tu vida tal y como llegué: sin esperarlo, con fuerza y de repente.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.

miércoles, 17 de julio de 2013

Añoro aquellos tiempos, los buenos tiempos.

Aún recuerdo cuando era pequeña y creía en los cuentos de hadas... Sí, fantaseaba sobre cómo sería mi vida, ¿vale? Como tú, sí, como tú y como cualquiera. Fantaseaba con un vestido blanco y mi príncipe azul llevándome a su castillo sobre las colinas.
Por la noche, me tiraba en la cama, cerraba los ojos y me abandonaba a mi fe. Que si Papá Noel, el Ratoncito Pérez... El príncipe azul estaba tan cerca, que lo saboreaba.
Pero como todo sigue su curso, fui creciendo. Las cosas digamos que fueron cambiando y con ellas, muchas de mis prioridades.
Llega ese día en el que abres los ojos y joder, perdonando la palabreja... ¿Dónde están los cuentos de hadas? Han volado. Se han esfumado, más rápido que el humo de un cigarro que se desvanece en apenas un minuto. Ni rastro.
Es verdad que aún queda un pequeño número de personas que acuden a los sueños de vez en cuando, no voy a negar que yo también. Pero ya se sabe, se acercan tiempos muy difíciles para los soñadores como yo.
No llegaba con que los sueños y fantasías se fueran a la mierda y cambiaran, que para más... Cosas que creías que serían algo así como "fijas", también cambian.
¿A qué me refiero? Me refiero a que los chupetes ahora, ya se convierten en cigarros, el agua en vodka, las bicicletas en coches, los besos en sexo. Yo no me hago a la idea, no sé, tal vez sea una jodida infantil.
Pero ahora dime, ¿te acuerdas cuando volar significaba columpiarse muy alto, cuando "protección" significaba utilizar casco al ir en la bicicleta o cuando lo peor que podías recibir de una persona eran piojos?
El caballito de nuestro padre era el lugar más alto del mundo y nuestra madre, toda una heroína. Para vosotros, los que tenéis hermanos, ellos se convertían en vuestro peor enemigo y para los que no tenemos, era nuestra sombra la que se encargaba de ello.
¿Te acuerdas? Los problemas de velocidad eran causados por ver quién corría más rápido. La única droga existente, era el remedio para la tos, por eso siempre exagerábamos los ataques para que nos dejasen saborear aquel manjar. ¿Dolor? El dolor más fuerte que podíamos sentir era el de nuestras rodillas raspadas por una caída del columpio o por tantas caídas después de darle chutes a un balón. "Adiós" era simplemente un hasta mañana.
Aún recuerdo todo eso y muchas cosas más.

Todo era mucho mejor, pero somos rebeldes y claro, no pudimos esperar a crecer.


 
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

jueves, 11 de julio de 2013

Te espero.

Vuelve, vuelve a decirme "Te quiero" y volveré a caer como una idiota. Ven a decirme que quieres pasar días junto a mí y crearé muchas historias en mi cabeza.
Regresa aquí y dame lo que tanto me debes... Ese abrazo que me tiene que completar. Ven a dármelo. Y luego, si quieres, puedes marcharte. Sí. Para repetir esta escena que ya nos sabemos de memoria... Vuelve.

Nadie es capaz ya de matarte en mi alma, así que, a pesar de tus putadas... Aquí estaré.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Y tú, ¿vives o pasas el tiempo?

Me estoy dando cuenta de que paso a paso no se consigue nada.
O lo arriesgas todo en un gran salto o van barriendo cada paso que avanzas. O arriesgas todo en una carrera olímpica o intentas avanzar... En un tren sin vías.

Sigo esperando impaciente los buenos tiempos que decían que llegarían. Pero oye, me estoy cansando. Me estoy cansando de esperar.





Na.
Lo más lejos... A tu lado.

lunes, 8 de julio de 2013

La misma cobarde de siempre.

Perdida entre la multitud, no sé ya a qué ni a quién seguir. Lo veo todo tan... Tan superficial. ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Por qué soy así? Y si desaparezco una larga temporada, ¿a quién le importará? No creo que noten mi ausencia. Y así.
Y así, cada noche, cada momento que me quedo en silencio y con la mente en blanco, con la mirada perdida. Siempre se repite la misma rayada, la misma historia. Lo de siempre.
Es cierto que al día siguiente me despierto como si nada, como si todo estuviese bien, en su sitio. Pero luego, llega la noche otra vez, esos momentos de una soledad que me va asfixiando y vuelta a empezar. Vuelve a joderse todo. Me quedo en la habitación, tan sola como siempre, viendo cómo cuatro putas paredes se desmoronan momentáneamente sobre mí. Me pongo a pensar... Pienso (de más) en todo lo que no fue, no es y no será. Jamás.
Mirando a mi alrededor, ¿qué es lo que veo? Mi almohada. Mi delgada almohada tirada en la cama con la forma aproximada de mi cabeza, alumbrada por la nítida luz de la lamparita que acabo por apagar siempre.

"En unas horas saldrá el sol, otro puto amanecer para recordar. Pero en soledad". Eso me repito mirando hacia la ventana impaciente por ver los primeros rayos inesperados del mismo sol de siempre.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Nuestra pequeña caja de recuerdos.

Ahora mismo me gustaría poder estar en la cima de una montaña y gritar tu nombre. Y el mío. Que el eco de las montañas repitiera nuestros nombres una y otra vez, como si fuera algo eterno. Me gustaría estar contigo dando un paseo a la luz de la luna, solos: tú y yo...Y que empezara a llover, que me invitaras a bailar un vals mientras las pequeñas gotas de lluvia rozan nuestros rostros. Apretar tu cuerpo contra el mío, sintiendo cómo nuestros pies vuelan, cómo nuestro amor se eleva. Y ya puestos a soñar, cambiaría todos los atardeceres del mundo por un amanecer junto a ti... Por comenzar cada día de mi vida con una de tus sonrisas. Y en las mejores mañanas, con un beso y una caricia, de esas que hacen que me olvide de todo lo demás. De que el resto del mundo existe. Tampoco estaría mal una tarde junto a ti, tumbados en el césped mientras compartimos cálidas palabras y sentir tu dedo recorriendo mi espalda, despacio. Sentir como si pudiera reventar los índices de la felicidad cuando rozas mis labios con dulzura, sin prisa, como si el tiempo allí afuera estuviera detenido. Para siempre. Y para los días de verano un baño en la playa, tu torso desnudo, mi deseo y confianza. Mientras, el agua, único testigo, esconde un juego de dos. Y sin poder evitarlo, lanzar una carcajada al aire, porque estar contigo es lo único que merece la pena.

Y todos estos deseos, ¿por qué?, ¿por qué escribirlos ahora? Porque quiero llenar con ellos un álbum de recuerdos que sólo nosotros podamos entender y reírnos, llorar, querernos aún más cada vez que lo miramos.






Na.
Lo más lejos... A tu lado.

"¿Cómo estás?"

¿Que cómo estoy? No lo sé, estoy tan confundida que no sé lo que siento.
Siento un vacío en mi pecho, como si me faltase algo, algo para completarme. Ese 'algo' que realmente me haga sentir viva, porque la verdad, no sé si estoy viva... Creo que estoy atrapada. Atrapada en una de mis terribles pesadillas (y espero que sea así). Espero que esta especie de confusión termine pronto. No quiero seguir sola. No quiero escuchar más las palabras que hacen que me sienta... ¿Mal? ¿Tal vez indecisa?, no lo sé, "No puedes", "Eres inútil". Quiero despertarme.

Amigo, sálvame antes de que me ahogue en este mar. O tal vez, océano. O incluso, de este lago de aguas cristalinas que desencadenan en su interior una tempestad que durará décadas hasta que vuelva la calma a sus aguas. 


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

No fue un cuento de princesas, precisamente.

Cuando estaba ahí, a escasos metros, creí que volvería a mí ese sentimiento de necesitarle, de querer abrazarle y robarle el aliento con besos. El sentimiento de que acabe de llegar y que ya temía que se marchase, así que supongo que me aferraría como pudiera a cada latido, a cada mirada, a cada 'Te quiero' que de su boca saldría.

Pero lo que en realidad ocurrió en ese momento, fue un hecho totalmente contrario. Fue la llegada de un sentimiento amargo que me recorría todo el cuerpo. Tuve ganas de salir corriendo de allí. Que joder, ahí estaba, cara larga y con una sonrisa rutinaria bien marcada. Me aferré a cada mirada fría con la que ahora nos cruzábamos muy de vez en cuando, a cada recuerdo que sacudía mi mente por momentos, a cada 'Te quiero' que ahora, solo yo pronunciaba.

No había ni rastro de todo lo que antes habíamos sido. Nada.




Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Quiero escribir, lo necesito.

Quiero escribir, porque siento que las palabras son el único medio que me permite expresarme, quiero escribir y no pretendo que el papel, la pantalla o mismo unas simples hojas me entiendan o me consuelen. Pero tampoco, que me juzguen. Realmente quiero escribir porque siento que soy esa historia que en ocasiones, anhelaría leer.
El problema empieza cuando las palabras no fluyen naturalmente, mi vocabulario es limitado y mis sentimientos no consiguen sintonizarse con mi mente.
Entonces, me siento presa. No me veo capaz de sacar todo lo que llevo aquí dentro. Todo en mi razón se descontrola, causando un lío descomunal e irremediable.

Todo parece volverse contra mí, incluso las cosas más livianas. 
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

jueves, 4 de julio de 2013

Es cuestión de orgullo.

Aún así, sentía su voz en todos lados y tenía el presentimiento de que estaba a tan solo unos metros de distancia, en ese momento, comprendí que sólo eran recuerdos y memorias de esos tiempos que no volverán jamás. O sí. ¿Y si...?

Fue inesperado. Él llegó en el momento equivocado, cuando nadie lo esperaba, cuando todos lo habíamos olvidado. O por lo menos, lo intentábamos con insistencia.
-¿Quién eres? -Dije. -Tu forma de hablar, de vestir, tu comportamiento... En todo has cambiado, no eres el mismo. Pero sigues siendo un problema. Como aquella vez, como la primera vez que te conocí. Tu mirada maliciosa, eso es lo único que no puedes ocultar.
+¿Qué dices?
-Que tu mirada te delata, amigo, ¿estás fingiendo? ¿Quieres volver a pintar mil maravillas?
+Pues si te digo la verd...
-No,querido, cállate. Ya puedes volver al lugar de donde has venido. No te quiero aquí. No quiero volver a verte más. Siempre creí que eres un puto bala perdida.



Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Por imbécil, así me quedé.

Fue uno de mis primeros amores y el único por ahora, quizás el único durante lo que me queda de vida.
Nunca tuvimos una historia bonita, nunca fue una relación normal. Nunca fue perfecto, ¿quién o qué realmente lo es? pero al menos, fue.
Pasó el tiempo y entonces, comprendí que había que pagar precios por estar con él, precios que no estaba dispuesta a pagar.
Nunca soporté el hecho de estar tal alejada de él, en una puta esquina totalmente contraria a la suya. Nunca soporté quererlo y no poder verlo. Supongo que eso me asustó, me aterraba el hecho de crear planes junto a él, planes y sueños que sólo se quedarían en eso.
El miedo formaba parte de nuestra "relación", tenía miedo de todo. Perder mi vida real por una relación a distancia.
Pero lo que terminé perdiendo, fue a él. Y con él, me fui yo. Me perdí a mí misma.
Siempre me iba, lo dejaba en la nada, sin una explicación porque creía que eso era lo que yo quería, pero no. No es así. Ahora lo sé, porque hubo y hay muchas cosas noches en las que me quedo dormida llorando porque sabía que lo había alejado, que no sólo nos separan un puñado de putos kilómetros, yo misma nos separé.
Ahora tendré que vivir con eso el resto de mis días. Hoy estoy segura de algo, la manera de contar nuestra historia, es diferente.

Supongo que le quería. Le quiero. Mucho. Es una locura enamorarse de una persona que está a mil años luz de poder sentir algo similar hacia ti.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

sábado, 11 de mayo de 2013

Buenos... Buenos días.

Princesa,

Esta noche he dormido muchísimo mejor, y ¿sabes? Me he dormido escuchando tu audio, escuchando tu hermosa voz. Nuestra conversación.
Gracias a ti, todas las mañanas me despierto con una sonrisa, de esas que sólo tú, por muy raro que parezca, me pintas. De esas sonrisas de verdad. Imborrables. De esas que en los malos momentos uno no es capaz de sacar. Sí, eres así de enorme y de mágica y me gustaría aprender de ti, la verdad. De cada mínimo detalle tuyo. De tus palabras. De tu todo.
Que me dejas con la boca abierta y con las lágrimas en los ojos.

Me has envuelto en un sueño hermoso que no quiero que acabe nunca. No quiero que acabe ni con un final feliz, ni dramático, ni esperado. Jamás.
Niña de mis ojos, te quiero dar las gracias por todo. Por estar ahí en las buenas, en las malas y en las peores, sin pedirme nada a cambio. Quiero que esto quede demostrado con un por y para siempre. Infinito. Ocho tumbado. Como quieras llamarlo, pero de verdad y de corazón.

Recordaremos siempre que la distancia no hace el olvido y es una gran verdad. Porque, ¿la distancia? A mí la distancia me importa una mierda si sé que detrás de todos esos kilómetros que nos separan, me esperas tú.

Y la gran pregunta, ¿por qué te adoro tanto? Pues no lo sé, quizás no tenga respuesta. Quizás sea como una ecuación de segundo grado sin solución en la que tendrás que aprenderte la fórmula y admitir que te adoro más. Recuerda que juntos, agarrados de la mano, siempre, iremos en busca del puto y jodido infinito, pero perfecto. Te lo aseguro.
Es que además tengo un tic, un puto tic, sí, es ver tu nombre o que me hablen de ti e inmediatamente que se me escape una sonrisa de esas. Una sonrisilla nerviosa.

Te quiero.

Serán unos buenos días de verdad cuando me despierte a tu lado y escuchando esto. O al menos, escuchando tu risa acariciando mi cuello.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.