miércoles, 21 de agosto de 2013

En ti sólo queda el recuerdo de esa explosión que te salvó la vida.

Déjame decirte que después de él, nada te sabrá igual. Marcó el antes y el después de una vida caótica, aportando la luz que necesitabas y luego, te dejó a oscuras en una habitación llena de locos. Él fue tu Big Bang, tu Diluvio Universal, tus octavillas, tu Primera Guerra Mundial. Él te llevó al límite, te hizo tocar el cielo, te hizo estremecer. Dejó marca y, ¿crees que lo recordará?
Lo tenías todo, todo lo necesario para levantarte cada mañana con unas ganas locas de comerte el mundo. Ahora es el mundo el que te come a ti, a bocados enormes.
No hace falta que me digas lo asqueroso, horrible e incluso odioso que es verlo ahí, en el mismo lugar de siempre, sin poder decirle que le quieres, de no poder preguntarle qué tal está y cómo ha ido el entrenamiento tan largo de esa tarde, de decirle que no se hunda porque tú vas a estar ahí por él... Porque el muy cabrón, sabe que si te dice: "Ven", tú vas y lo dejas todo. Ni te lo piensas.

Porque nadie se levanta queriendo a alguien y deja de quererlo a los 20 minutos.


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