lunes, 12 de agosto de 2013

Un giro inesperado, algo que de verdad me sorprenda.

Quería un pequeño cambio. Necesitaba salir de la rutina... Aunque solo fuesen un par de días, da igual. Necesitaba irme de este lugar, poder perderme por infinidad de calles que nunca he pisado y ver gente y gente pasar, con sus prisas, su monotonía. Necesitaba por fin tener esa sensación de no ser nadie, pero no como siempre, sino el pasar desapercibida. Sin esperar encontrarme con algún conocido y tener que agachar la cabeza.
 Pero siempre hay algo que te hace recordar, algo que hace que no consigas desconectar del todo. Sinceramente, no sé cómo es eso de "desconectar de todo y todos". Quizás es uno de los miles de defectos que tengo.
Estoy cansada de ser la que siempre acaba perdiendo, la que finge su sonrisa a más no poder. Todos creen que me importa una mierda todo y estoy segura de que soy la que más se preocupa... Que tenía razón mi querida abuela cuando me decía "Te da pena hasta la flor que pisas al correr campo a través".
Soy la que aparenta ser fuerte y que todos los días acaba rompiéndose por dentro, la que parece no tener nunca problemas ni preocupaciones. Qué gran mentira.
Aquella que se muerde el labio y contiene las lágrimas hasta que has colgado el teléfono después de decir: "Eh, tranquilos, que yo estoy bien", esa soy. No lloro para "intentar dar pena", lloro porque soy gilipollas y estoy dispuesta a salvar el culo de alguien que seguramente, no salvaría el mío. Me doy cuenta de las cosas demasiado tarde y así me va.
Un pequeño cambio, un giro inesperado, algo que merezca la pena recordar después de esta mierda de días.

Realmente, estoy esperando a alguien que de verdad le importe y me suelte un puto: "No, no lo estás y estoy dispuesto a reventar cabezas por verte sonreír otra vez".

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