domingo, 8 de diciembre de 2013

Mira cómo lo has dejado todo.

{Oh, eres tú... Adelante, pasa}.
Siento el desorden, esto ha quedado hecho una mierda después de tu última visita.
Está todo un poco revuelto... Ya ves, ¿no? Ejém. Bueno, pues así va todo después de que te marchases y pues... ¡Pero cuidado, mira dónde pisas!
¿Que recoja el corazón? ¿Y me lo dices tú, así, como si nada? Que no, ya es la cuarta vez y después, siempre se vuelve a caer. Creo que ya lo voy a dejar así, total... Y además, hay demasiados trozos (algunos ya están hechos añicos).
¿Qué dices? Ah... ¿La escoba? No sé dónde está. Y creo que es mejor no tocarle a nada ya (no tocarle más). ¿Los sentimientos? Uy, eses sí sé dónde los guardo. Ahí, mira, en el cajón. Sí, bajo llave. Y si se te ocurre preguntarme por la actitud, te diré que esa está en la mesa. Ostia, creo que hay algo de humo aquí.
Ya te dije que el corazón lo voy a dejar ahí, no vale la pena recomponerlo. Para qué. Además, tardaría meses (sí, meses...) en pegarlo y no merecería la pena. Tampoco voy a comprar otro, ¿sabes? Son demasiado caros y más en estos tiempos que corren.
¿Y aún tienes la poca decencia de mirarme con esa cara? ¿Dices que valdrá la pena? No, no vas en serio (¿Verdad que no?)... Joder. Creo que voy a abrir la ventana, huele a cerrado y hay humo, ¿no lo notas? O igual soy yo, que me estoy volviendo loca (loca, loca por... Sh). Aparta.

Creo que me perdí... Y ahora, si de verdad quieres ayudarme, pírate. No vuelvas, vete.  No sé ni para qué cojones te empeñaste en volver por aquí ni porqué te dejé entrar... ¡Mira cómo está todo, tío! ¡MIRA! 
{Todo recto y a mano izquierda, a la despensa. Tengo que coger la puta fregona}.





Na.
Lo más lejos... A tu lado.

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