Mis sonrisas te pueden embobar, pero tengo miradas que espantan. Habrá días que estaré las 24 horas contigo, abrazándote, agobiándote, haciéndote reír. Otros, sin embargo, notarás que no estoy aquí, que nada me incumbe y que nadie tiene que ver conmigo. Hay días que como todos, me levanto con el pie derecho o con el izquierdo, días en los que me miro al espejo y me encuentro por fin guapa y otros, que me veo la niña más fea que pueda existir. Siempre tengo de esos días en los que quiero salir por ahí o días en los que me quedo en un rincón de mi habitación pensando. De más, quizás. Hay días en los que intento no pensar en él o... Días en los que ya no me importa pensar en él porque sé que no puedo hacer nada por cambiarlo. Tengo días en los que me siento como una verdadera princesa, por muy ñoño que suene, también están los típicos días en los que no tengo fuerzas suficientes para nada y pienso que el mundo no está para mí. Creo que se va entendiendo.
Con el tiempo, verás que soy de extremos, que conmigo es blanco o negro. El gris, para mí, no existe: o te quiero o te odio, o algo me gusta o no puedo ni verlo, o me da igual todo o nada me influye... Que si me fallas, lo más probable es que te te de puerta y que te follen. Pero mal.
También te darás cuenta de que me doy entera a todo, que las cosas, si decido hacerlas, las hago dando todo de mí y dejo en ellas sudor y lágrimas.
Que cuando lloro, lloro hasta soltar la última lágrima y cuando río, se me sale toda la fuerza en una carcajada. Si me enfado, lo hago con toda mi energía, cuando grito me dejo toda la garganta y que cuando beso, lo hago como si fuera la última vez.
Puede que mi carácter esté cambiando y ahora sea mucho más "borde" y arisca, pero resulta, que he aprendido que los peces nadan y las aves vuelan, sí, suena irónico, pero siempre todo lo que acabo aprendiendo, es por las malas.
Aprendí que los políticos mienten y roban y que la Tierra es redonda. Que la gente es falsa y que todo el mundo tiene dos caras. Aprendí también que la suma de dos y dos son cuatro, que hay que dar más de lo que recibes. Pero no ser gilipollas, ya me entendéis. Que no hay que ilusionarse demasiado y que la vida, es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes. Aprendí que el tiempo pasa, sin piedad, que las arrugas salen y que la belleza no es lo más importante.
No creo en promesas, no porque ahora parezca la "nueva moda", pero es que he aprendido a no confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano a quienes de verdad valen la pena.
Después de darte cuenta de todo eso, sabrás, si eres un poco inteligente, que cualquier día, a cualquier hora, me puedo ir de tu vida tal y como llegué: sin esperarlo, con fuerza y de repente.
Na.
Lo más lejos... A tu lado.
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