lunes, 8 de julio de 2013

La misma cobarde de siempre.

Perdida entre la multitud, no sé ya a qué ni a quién seguir. Lo veo todo tan... Tan superficial. ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Por qué soy así? Y si desaparezco una larga temporada, ¿a quién le importará? No creo que noten mi ausencia. Y así.
Y así, cada noche, cada momento que me quedo en silencio y con la mente en blanco, con la mirada perdida. Siempre se repite la misma rayada, la misma historia. Lo de siempre.
Es cierto que al día siguiente me despierto como si nada, como si todo estuviese bien, en su sitio. Pero luego, llega la noche otra vez, esos momentos de una soledad que me va asfixiando y vuelta a empezar. Vuelve a joderse todo. Me quedo en la habitación, tan sola como siempre, viendo cómo cuatro putas paredes se desmoronan momentáneamente sobre mí. Me pongo a pensar... Pienso (de más) en todo lo que no fue, no es y no será. Jamás.
Mirando a mi alrededor, ¿qué es lo que veo? Mi almohada. Mi delgada almohada tirada en la cama con la forma aproximada de mi cabeza, alumbrada por la nítida luz de la lamparita que acabo por apagar siempre.

"En unas horas saldrá el sol, otro puto amanecer para recordar. Pero en soledad". Eso me repito mirando hacia la ventana impaciente por ver los primeros rayos inesperados del mismo sol de siempre.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario