sábado, 20 de julio de 2013

Gracioso, ¿verdad? Pues no.

Un día, ese alguien que tanto te da el coñazo, decide no hacerlo.
Pones un poco de tu parte, intentas darle una oportunidad creyendo que las cosas podrán cambiar... Pero qué va, no lo hacen.
Sólo era un tapadera para que al día siguiente la puñalada te doliera más de lo normal.
Es bastante gracioso.

Lástima que yo no le vea la gracia, sólo ese alguien.



Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Yo no quería venir a hablar de mí, pero...

Soy borde, ñoña, celosa, cursi, orgullosa, tímida... Aunque después de leer esta especie de introducción de mí misma creas que ya me conoces, permite que me ría  irónicamente en tu cara y te diga que no sabes ni la mitad de mi vida, no sabes mi historia. Y seguramente, nunca la llegues a saber. Bien, va.
Mis sonrisas te pueden embobar, pero tengo miradas que espantan. Habrá días que estaré las 24 horas contigo, abrazándote, agobiándote, haciéndote reír. Otros, sin embargo, notarás que no estoy aquí, que nada me incumbe y que nadie tiene que ver conmigo. Hay días que como todos, me levanto con el pie derecho o con el izquierdo, días en los que me miro al espejo y me encuentro por fin guapa y otros, que me veo la niña más fea que pueda existir. Siempre tengo de esos días en los que quiero salir por ahí o días en los que me quedo en un rincón de mi habitación pensando. De más, quizás. Hay días en los que intento no pensar en él o... Días en los que ya no me importa pensar en él porque sé que no puedo hacer nada por cambiarlo. Tengo días en los que me siento como una verdadera princesa, por muy ñoño que suene, también están los típicos días en los que no tengo fuerzas suficientes para nada y pienso que el mundo no está para mí. Creo que se va entendiendo.
Con el tiempo, verás que soy de extremos, que conmigo es blanco o negro. El gris, para mí, no existe: o te quiero o te odio, o algo me gusta o no puedo ni verlo, o me da igual todo o nada me influye... Que si me fallas, lo más probable es que te te de puerta y que te follen. Pero mal.
También te darás cuenta de que me doy entera a todo, que las cosas, si decido hacerlas, las hago dando todo de mí y dejo en ellas sudor y lágrimas. 
Que cuando lloro, lloro hasta soltar la última lágrima y cuando río, se me sale toda la fuerza en una carcajada. Si me enfado, lo hago con toda mi energía, cuando grito me dejo toda la garganta y que cuando beso, lo hago como si fuera la última vez.
Puede que mi carácter esté cambiando y ahora sea mucho más "borde" y arisca, pero resulta, que he aprendido que los peces nadan y las aves vuelan, sí, suena irónico, pero siempre todo lo que acabo aprendiendo, es por las malas.
Aprendí que los políticos mienten y roban y que la Tierra es redonda. Que la gente es falsa y que todo el mundo tiene dos caras. Aprendí también que la suma de dos y dos son cuatro, que hay que dar más de lo que recibes. Pero no ser gilipollas, ya me entendéis. Que no hay que ilusionarse demasiado y que la vida, es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes. Aprendí que el tiempo pasa, sin piedad, que las arrugas salen y que la belleza no es lo más importante.
No creo en promesas, no porque ahora parezca la "nueva moda", pero es que he aprendido a no confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano a quienes de verdad valen la pena.

Después de darte cuenta de todo eso, sabrás, si eres un poco inteligente, que cualquier día, a cualquier hora, me puedo ir de tu vida tal y como llegué: sin esperarlo, con fuerza y de repente.

Na.
Lo más lejos... A tu lado.

miércoles, 17 de julio de 2013

Añoro aquellos tiempos, los buenos tiempos.

Aún recuerdo cuando era pequeña y creía en los cuentos de hadas... Sí, fantaseaba sobre cómo sería mi vida, ¿vale? Como tú, sí, como tú y como cualquiera. Fantaseaba con un vestido blanco y mi príncipe azul llevándome a su castillo sobre las colinas.
Por la noche, me tiraba en la cama, cerraba los ojos y me abandonaba a mi fe. Que si Papá Noel, el Ratoncito Pérez... El príncipe azul estaba tan cerca, que lo saboreaba.
Pero como todo sigue su curso, fui creciendo. Las cosas digamos que fueron cambiando y con ellas, muchas de mis prioridades.
Llega ese día en el que abres los ojos y joder, perdonando la palabreja... ¿Dónde están los cuentos de hadas? Han volado. Se han esfumado, más rápido que el humo de un cigarro que se desvanece en apenas un minuto. Ni rastro.
Es verdad que aún queda un pequeño número de personas que acuden a los sueños de vez en cuando, no voy a negar que yo también. Pero ya se sabe, se acercan tiempos muy difíciles para los soñadores como yo.
No llegaba con que los sueños y fantasías se fueran a la mierda y cambiaran, que para más... Cosas que creías que serían algo así como "fijas", también cambian.
¿A qué me refiero? Me refiero a que los chupetes ahora, ya se convierten en cigarros, el agua en vodka, las bicicletas en coches, los besos en sexo. Yo no me hago a la idea, no sé, tal vez sea una jodida infantil.
Pero ahora dime, ¿te acuerdas cuando volar significaba columpiarse muy alto, cuando "protección" significaba utilizar casco al ir en la bicicleta o cuando lo peor que podías recibir de una persona eran piojos?
El caballito de nuestro padre era el lugar más alto del mundo y nuestra madre, toda una heroína. Para vosotros, los que tenéis hermanos, ellos se convertían en vuestro peor enemigo y para los que no tenemos, era nuestra sombra la que se encargaba de ello.
¿Te acuerdas? Los problemas de velocidad eran causados por ver quién corría más rápido. La única droga existente, era el remedio para la tos, por eso siempre exagerábamos los ataques para que nos dejasen saborear aquel manjar. ¿Dolor? El dolor más fuerte que podíamos sentir era el de nuestras rodillas raspadas por una caída del columpio o por tantas caídas después de darle chutes a un balón. "Adiós" era simplemente un hasta mañana.
Aún recuerdo todo eso y muchas cosas más.

Todo era mucho mejor, pero somos rebeldes y claro, no pudimos esperar a crecer.


 
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

jueves, 11 de julio de 2013

Te espero.

Vuelve, vuelve a decirme "Te quiero" y volveré a caer como una idiota. Ven a decirme que quieres pasar días junto a mí y crearé muchas historias en mi cabeza.
Regresa aquí y dame lo que tanto me debes... Ese abrazo que me tiene que completar. Ven a dármelo. Y luego, si quieres, puedes marcharte. Sí. Para repetir esta escena que ya nos sabemos de memoria... Vuelve.

Nadie es capaz ya de matarte en mi alma, así que, a pesar de tus putadas... Aquí estaré.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Y tú, ¿vives o pasas el tiempo?

Me estoy dando cuenta de que paso a paso no se consigue nada.
O lo arriesgas todo en un gran salto o van barriendo cada paso que avanzas. O arriesgas todo en una carrera olímpica o intentas avanzar... En un tren sin vías.

Sigo esperando impaciente los buenos tiempos que decían que llegarían. Pero oye, me estoy cansando. Me estoy cansando de esperar.





Na.
Lo más lejos... A tu lado.

lunes, 8 de julio de 2013

La misma cobarde de siempre.

Perdida entre la multitud, no sé ya a qué ni a quién seguir. Lo veo todo tan... Tan superficial. ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Por qué soy así? Y si desaparezco una larga temporada, ¿a quién le importará? No creo que noten mi ausencia. Y así.
Y así, cada noche, cada momento que me quedo en silencio y con la mente en blanco, con la mirada perdida. Siempre se repite la misma rayada, la misma historia. Lo de siempre.
Es cierto que al día siguiente me despierto como si nada, como si todo estuviese bien, en su sitio. Pero luego, llega la noche otra vez, esos momentos de una soledad que me va asfixiando y vuelta a empezar. Vuelve a joderse todo. Me quedo en la habitación, tan sola como siempre, viendo cómo cuatro putas paredes se desmoronan momentáneamente sobre mí. Me pongo a pensar... Pienso (de más) en todo lo que no fue, no es y no será. Jamás.
Mirando a mi alrededor, ¿qué es lo que veo? Mi almohada. Mi delgada almohada tirada en la cama con la forma aproximada de mi cabeza, alumbrada por la nítida luz de la lamparita que acabo por apagar siempre.

"En unas horas saldrá el sol, otro puto amanecer para recordar. Pero en soledad". Eso me repito mirando hacia la ventana impaciente por ver los primeros rayos inesperados del mismo sol de siempre.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Nuestra pequeña caja de recuerdos.

Ahora mismo me gustaría poder estar en la cima de una montaña y gritar tu nombre. Y el mío. Que el eco de las montañas repitiera nuestros nombres una y otra vez, como si fuera algo eterno. Me gustaría estar contigo dando un paseo a la luz de la luna, solos: tú y yo...Y que empezara a llover, que me invitaras a bailar un vals mientras las pequeñas gotas de lluvia rozan nuestros rostros. Apretar tu cuerpo contra el mío, sintiendo cómo nuestros pies vuelan, cómo nuestro amor se eleva. Y ya puestos a soñar, cambiaría todos los atardeceres del mundo por un amanecer junto a ti... Por comenzar cada día de mi vida con una de tus sonrisas. Y en las mejores mañanas, con un beso y una caricia, de esas que hacen que me olvide de todo lo demás. De que el resto del mundo existe. Tampoco estaría mal una tarde junto a ti, tumbados en el césped mientras compartimos cálidas palabras y sentir tu dedo recorriendo mi espalda, despacio. Sentir como si pudiera reventar los índices de la felicidad cuando rozas mis labios con dulzura, sin prisa, como si el tiempo allí afuera estuviera detenido. Para siempre. Y para los días de verano un baño en la playa, tu torso desnudo, mi deseo y confianza. Mientras, el agua, único testigo, esconde un juego de dos. Y sin poder evitarlo, lanzar una carcajada al aire, porque estar contigo es lo único que merece la pena.

Y todos estos deseos, ¿por qué?, ¿por qué escribirlos ahora? Porque quiero llenar con ellos un álbum de recuerdos que sólo nosotros podamos entender y reírnos, llorar, querernos aún más cada vez que lo miramos.






Na.
Lo más lejos... A tu lado.

"¿Cómo estás?"

¿Que cómo estoy? No lo sé, estoy tan confundida que no sé lo que siento.
Siento un vacío en mi pecho, como si me faltase algo, algo para completarme. Ese 'algo' que realmente me haga sentir viva, porque la verdad, no sé si estoy viva... Creo que estoy atrapada. Atrapada en una de mis terribles pesadillas (y espero que sea así). Espero que esta especie de confusión termine pronto. No quiero seguir sola. No quiero escuchar más las palabras que hacen que me sienta... ¿Mal? ¿Tal vez indecisa?, no lo sé, "No puedes", "Eres inútil". Quiero despertarme.

Amigo, sálvame antes de que me ahogue en este mar. O tal vez, océano. O incluso, de este lago de aguas cristalinas que desencadenan en su interior una tempestad que durará décadas hasta que vuelva la calma a sus aguas. 


Na.
Lo más lejos... A tu lado.

No fue un cuento de princesas, precisamente.

Cuando estaba ahí, a escasos metros, creí que volvería a mí ese sentimiento de necesitarle, de querer abrazarle y robarle el aliento con besos. El sentimiento de que acabe de llegar y que ya temía que se marchase, así que supongo que me aferraría como pudiera a cada latido, a cada mirada, a cada 'Te quiero' que de su boca saldría.

Pero lo que en realidad ocurrió en ese momento, fue un hecho totalmente contrario. Fue la llegada de un sentimiento amargo que me recorría todo el cuerpo. Tuve ganas de salir corriendo de allí. Que joder, ahí estaba, cara larga y con una sonrisa rutinaria bien marcada. Me aferré a cada mirada fría con la que ahora nos cruzábamos muy de vez en cuando, a cada recuerdo que sacudía mi mente por momentos, a cada 'Te quiero' que ahora, solo yo pronunciaba.

No había ni rastro de todo lo que antes habíamos sido. Nada.




Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Quiero escribir, lo necesito.

Quiero escribir, porque siento que las palabras son el único medio que me permite expresarme, quiero escribir y no pretendo que el papel, la pantalla o mismo unas simples hojas me entiendan o me consuelen. Pero tampoco, que me juzguen. Realmente quiero escribir porque siento que soy esa historia que en ocasiones, anhelaría leer.
El problema empieza cuando las palabras no fluyen naturalmente, mi vocabulario es limitado y mis sentimientos no consiguen sintonizarse con mi mente.
Entonces, me siento presa. No me veo capaz de sacar todo lo que llevo aquí dentro. Todo en mi razón se descontrola, causando un lío descomunal e irremediable.

Todo parece volverse contra mí, incluso las cosas más livianas. 
Na.
Lo más lejos... A tu lado.

jueves, 4 de julio de 2013

Es cuestión de orgullo.

Aún así, sentía su voz en todos lados y tenía el presentimiento de que estaba a tan solo unos metros de distancia, en ese momento, comprendí que sólo eran recuerdos y memorias de esos tiempos que no volverán jamás. O sí. ¿Y si...?

Fue inesperado. Él llegó en el momento equivocado, cuando nadie lo esperaba, cuando todos lo habíamos olvidado. O por lo menos, lo intentábamos con insistencia.
-¿Quién eres? -Dije. -Tu forma de hablar, de vestir, tu comportamiento... En todo has cambiado, no eres el mismo. Pero sigues siendo un problema. Como aquella vez, como la primera vez que te conocí. Tu mirada maliciosa, eso es lo único que no puedes ocultar.
+¿Qué dices?
-Que tu mirada te delata, amigo, ¿estás fingiendo? ¿Quieres volver a pintar mil maravillas?
+Pues si te digo la verd...
-No,querido, cállate. Ya puedes volver al lugar de donde has venido. No te quiero aquí. No quiero volver a verte más. Siempre creí que eres un puto bala perdida.



Na.
Lo más lejos... A tu lado.

Por imbécil, así me quedé.

Fue uno de mis primeros amores y el único por ahora, quizás el único durante lo que me queda de vida.
Nunca tuvimos una historia bonita, nunca fue una relación normal. Nunca fue perfecto, ¿quién o qué realmente lo es? pero al menos, fue.
Pasó el tiempo y entonces, comprendí que había que pagar precios por estar con él, precios que no estaba dispuesta a pagar.
Nunca soporté el hecho de estar tal alejada de él, en una puta esquina totalmente contraria a la suya. Nunca soporté quererlo y no poder verlo. Supongo que eso me asustó, me aterraba el hecho de crear planes junto a él, planes y sueños que sólo se quedarían en eso.
El miedo formaba parte de nuestra "relación", tenía miedo de todo. Perder mi vida real por una relación a distancia.
Pero lo que terminé perdiendo, fue a él. Y con él, me fui yo. Me perdí a mí misma.
Siempre me iba, lo dejaba en la nada, sin una explicación porque creía que eso era lo que yo quería, pero no. No es así. Ahora lo sé, porque hubo y hay muchas cosas noches en las que me quedo dormida llorando porque sabía que lo había alejado, que no sólo nos separan un puñado de putos kilómetros, yo misma nos separé.
Ahora tendré que vivir con eso el resto de mis días. Hoy estoy segura de algo, la manera de contar nuestra historia, es diferente.

Supongo que le quería. Le quiero. Mucho. Es una locura enamorarse de una persona que está a mil años luz de poder sentir algo similar hacia ti.


Na.
Lo más lejos... A tu lado.